La enjabonada verbal que el pasado 27 de septiembre recibió la periodista Andreina Flores es una muestra de lo que puede ocurrir a quien hace una pregunta que incomoda al presidente Chávez.
Ese que vimos y escuchamos ese día, nada tiene que ver con la persona que se "siente mucho mejor en el diálogo creativo y constructivo que en la confrontación" que prefiere "el diálogo, la discusión seria sobre un tema cualquiera" y que siempre se interesa en "buscar el conseso, el análisis..." (autodescripción en Todo Chávez, de Sabaneta al golpe de Abril, Eleazar Díaz Rangel, Edit. Planeta, Caracas 2002, pág. 127).
Ese que vimos frenta a Andreina Flores es el Chávez que sufrimos y padecemos los periodistas venezolanos desde hace unos 8 años. La pregunta de Andreina era muy sencilla; lo difícil era la respuesta: "a qué se debe que en las elecciones del 26 de septiembre la oposición obtuvo menos diputados que el Partido Socialista Unido de Venezuela, si el número total de votos fue mayor". Parte del tartamudeo, la furia y la incoherencia en la respuesta se puede ver y escuchar en youtube. Muchos periodistas venezolanos nos solidarizamos al momento con Andreina pero no nos extrañó el chaparrón. Un mes antes, el 30 de septiembre, Chávez calificó de "imbéciles" a los periodistas de CNN por haber indagado en los llamados "Guardianes de Chávez".
En enero de 2007, creyendo en "el derecho a la información" que con este gobierno adquirió rango constitucional, un grupo de periodistas del desaparecido vespertino El Mundo (Venezuela) intentó conocer el sueldo y otros ingresos de los funcionarios públicos porque el 10 de enero el presidente Chávez calificó de "exagerados" los sueldos de "algunos funcionarios".
Los intentos se estrellaron contra un muro. Se argumento que no se podía violar el derecho a la privacidad.
El entonces ministro de Información, William Lara, rechazó el término de "cerrojo informativo" con el que calificamos la falta de infomación y argumentó que lo existía era "articulación comunicacional (...) para que los procesos comunicacionales del Estado se caractericen por la coherencia, con fundamento en la norma constitucional que obliga a los funcionarios aportar información veraz y oportuna a los ciudadanos".
Ignoramos si para el desaparecido ministro Lara no era oportuno informar sobre los sueldos de los funcionarios.
En el 2000 se comenzó a sentir el "cerrojo informativo". Por tal motivo, el 4 de mayo de ese año, grupos de periodistas marcharon "contra atropellos a la libertad de expresión" y calificaron de "gallinas" a los Fiscales del Ministerio Público.
Eleazar Díaz Rangel, periodista coterráneo de Chávez y director de Últimas Noticias, se preguntó en su página de opinión, refiriéndose a una subasta de bonos por parte del Banco Central de Venezuela: "¿Por qué no informan cuáles entidades han sido beneficiadas y cuánto ha recibido cada una? ¿Qué es lo que realmente impide que se difunda esa información, que daría la transparencia que hoy no tienen esas subastas?". (Últimas Noticias, 31-01-10, pág. 11)
Pero no son los periodistas los únicos que se quejan por el cerrojo informativo en Venezuela. A finales de febrero de 2007, Juan Francisco Contreras, presidente del Colegio de Internacionalistas, señaló "la imposibilidad de hacer seguimientos exhaustivos a la base de datos y el perfil de los funcionarios del servicio exterior, por cuanto por vía electrónica 'la información no está actualizada y en la Cancillería hace tiempo que no facilitan los datos, nos enteramos de designaciones a través de la prensa" (El Mundo, 1-03-07, pág. 5).
De manera que el derecho a la información oportuna y veraz con rango constitucional fue celebración de un día: cuando fue aprobado. De ahí en adelante, hemos vivido un bloqueo informativo y cualquier intento de romperlo puede provocar la furia presidencial.
El Nacional, una variante
Capítulo diferente merece el diario El Nacional, el cual es víctima del monstruo que ayudó a crear. El pasado 13 de agosto ese matutino sorprendió con una foto en primera página de una cantidad de cadáveres amontonados en la principal morgue de Caracas. La titularon "Muertos sin dignidad" y fue tomada en diciembre de 2009. De manera que no era noticia sino una fórmula para impactar y llamar la atención. Y funcionó.
Funcionó tanto, que un tribunal decretó que todos los medios impresos de comunicación que se publican en Venezuela "deben abstenerse de realizar publicaciones de imágenes violento (sic), sangriento (sic), grotesco (sic), bien sea de sucesos o no, que de una u otra forma vulneren la integridad síquica y moral de los niños, niñas y adolescentes que tienen residencias en la República, por un lapso de un mes contados a partir de la publicación de la presente decisión".
En nota editorial, Eleazar Díaz Rangel califica de "absurda y sin sentido" la sentencia. Afirma que es "innecesaria (...) en la mayoría de los medios impresos venezolanos, pues por normativas éticas no es su práctica publicar ese tipo de imágenes".
Reitera que "toda la sentencia es absurda y, por primera vez desde 1999, el Estado venezolano da motivos a que se le señale como restrictivo de la libertad de informar" (Últimas Noticias, 18-8-10, pág. 30).
Para finalizar aclaro que no coincido con Díaz Rangel que con la referida sentencia "por primera vez desde 1999, el Estado venezolano da motivos a que se le señale como restrictivo de la libertad de informar". La propia Últimas Noticias ha sido victima de la censura oficial. Ver "Los blancos de la censura" y "Nueva censura a Últimas Noticias", en este blog, con fecha 10-07-09
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