martes, 17 de enero de 2012

Choque de Generales

Choque de Generales. López Contreras - Medina Angarita, escrito por Rafael Simón Jiménez (José Agustín Catalá, editor / El Centauro. Caracas - Venezuela 2010) con prólogo de Diego Bautista Urbaneja.

Es un ameno relato de la historia política de Venezuela desde diciembre de 1935, cuando muere Juan Vicente Gómez hasta octubre de 1945 cuando un golpe de estado depone a Isaías Medina Angarita.
Han pasado más de 70 años y es imposible evitar comparaciones con circunstancia de aquella época y las actuales, comenzando por el bolivarianismo de López Contreras, quien es citado por el autor para explicar el propósito del relanzamiento que hizo del culto a Bolívar: "... mi gobierno creyó necesario levantar el adormecido culto por nuestro héroe máximo, Bolívar, por su obra de liberación continental y por sus principios doctrinarios para oponerlos a las nuevas doctrinas, llámense nazista, fascista o comunista, que han estado tratando de infiltrarse y dominar todas las actividades humanas, espíritu, mentalidad y conciencia. Aún más con una doctrina patriótica y nacionalista se podía contener y eliminar las tendencias a que cada grupo triunfante en nuestras contiendas civiles y políticas, volviera con la funesta tradición de imponer una nueva causa sectaria con su correspondiente caudillo y organizador de otro gobierno arbitrario y despótico". Aclara López Contreras que acusarlo "de Bolivarianismo en beneficio de una política personalista y sectaria, es desconocer mis antecedentes de fervor bolivariano y mi probada actuación pública sin arrestos o pretensiones descabelladas de creerme caudillo militar o político".
Jiménez cita a numerosos autores y reseñas periodísticas para ambientar a la Venezuela de aquella época, luego de la muerte de quien había gobernado durante casi 30 años. En una intervención frente a aspirantes a oficiales en la Escuela Militar, el entonces Ministro de Guerra, Isaías Medina Angarita, afirma algo que es bueno recordar y tenerlo muy presente hoy: "... los hombres son detalles que pasan y Venezuela no debe estar nunca más pendiente de que se le acelere o tranquilice el pulso a un hombre". (Y hoy -75 años después- estamos pendientes del pulso de quien nos gobierna).
López Contreras, por su parte, podía valerse de argumentos jurídicos para continuar en el poder y no lo hizo. Jiménez cita a Tulio Chiossone, "testigo de excepción de los acontecimientos". Asegura Chiossone que "con la mayor honradez" López Contreras "temía que se le pudiera atribuir aspiraciones al continuismo y mucho menos ideas cesaristas que siempre rechazó por temperamento, por formación espiritual y por sus arraigados principios bolivarianos".
Así se va desarrollando esta historia que es la historia de dos hombres que se va cruzando hasta el final, cuando ambos son expulsados del país, sin bienes porque fueron confiscados. López Contreras, por su longividad, (5-5-1883 / 2-1-1973) tuvo la dicha de "verse reivindicado por sus otroras enconados adversarios, que lo colman de halagos y distinciones" y ser elevado a senador vitalicio. "Betancourt y López Contreras se reconciliarán forzados por la necesidad de hacer frente común contra Pérez Jiménez y su tiranía". (¿una lección?).
Medina Angarita tuvo destino diferente: "...casi moribundo, la dictadura militar (...) le permitirá venir a pasar sus últimos días en Venezuela. Muere en Caracas el 15 de septiembre de 1953, meses antes se le habían restituidos sus bienes confiscados durante los juicios expeditivos de responsabilidad administrativa".
Su esposa, Irma Felizzola no acepta los honores fúnebres decretados por el gobierno y "una multitud impresionante colma las calles por donde pasa en hombros de la gente humilde el féretro del recordado hombre público (...) Nadie organiza aquella demostración de fervor doliente. Pero todos comprenden el profundo significado del dolor del pueblo. No era otra cosa, que la prueba una vez más de la identidad con la libertad y el rechazo al despotismo". Al leer la última línea recordé el sepelio de Carlos Andrés Pérez el 6 de octubre del año pasado. El libro de Rafael Simón Jiménez es más que la historia de una década y de dos protagonistas de la misma. Es una lección de lo que debemos cuidar como sociedad amantes de la libertad.


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